MK-ULTRA
La batalla científica para
controlar nuestras mentes Tras la droga, se investigó con la electrónica, las
telecomunicaciones y el injerto de un chip El lema del programa más perverso de
control mental reza: “¿podemos tomar el control de la mente de un individuo y
dominar su voluntad?” Como en muchas otras cosas, los científicos alemanes
destacaron en estos campos. Está documentado que gran parte de los experimentos
realizados por los científicos nazis tenían por objetivo doblegar la voluntad
del individuo... o de una colectividad.
No es por casualidad que el régimen nazi fuera el primero en
utilizar la radio y el cine como medio de propaganda, es decir, de
adoctrinamiento de las masas. Más sorprenderá conocer que el propio Adolf
Hitler, miembro de la sociedad de Thule, realizó cursos de formación en
Inglaterra sobre técnicas de oratoria en el Instituto Tavistock de Relaciones
Sociales. Estas técnicas, hoy usadas por todos los partidos políticos, fueron
la base de su éxito.

Uno de los ojeadores se
llamaba Henry Kissinger, y fue uno de los ideólogos del Proyecto Mind Kontrol
Ultra (MK Ultra). Su meta, como apareció en un documento del programa MK Ultra,
de 1952, suena todavía hoy a ciencia ficción:
“podemos tomar control de un individuo,
al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra
las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación”.
De acuerdo a datos
oficiales, el proyecto MK Ultra se extendió entre los años 1952 a 1965, con un
presupuesto de mil quinientos millones de pesetas, e involucró a 185 sabios que
en estricto secreto llevaron a cabo 149 investigaciones diferentes en 44
universidades e institutos, 15 fundaciones y laboratorios, 12 hospitales y tres
penitenciarías. Sacados a la luz en los años setenta en el curso de una
investigación del Congreso de los Estados Unidos, la mayor parte de los
documentos que prueban la existencia de este programa fueron destruidos por
Richard Helms, ex jefe de la CIA, cuando abandonó el cargo, en 1973.
A consecuencia de ello, el presidente Gerald Ford llegó a
prohibir expresamente la experimentación con drogas sin el consentimiento
expreso del paciente. Oficialmente, la comisión Church de 1974 acabó con estas
prácticas pero todavía en los años noventa, Bill Clinton pidió perdón por su
existencia:
“miles de experimentos se llevaron a cabo
en hospitales, universidades y bases militares en toda nuestra nación,
inmorales, no solo para nuestros días sino para los estándares de cuando fueron
realizados”.
Sin embargo, estos experimentos han continuado
con el proyecto DARPA, Defense Advanced Research Projects Agency (Agencia de
investigación de proyectos avanzados de defensa). Sus instalaciones están a
unos pocos centenares de metros de la Universidad de Virginia donde el coreano
Cho mató a decenas de compañeros en 2006 sin motivo alguno. Para muchos, Cho
fue un asesino teledirigido. La experimentación con los medios de comunicación
como arma de manipulación de las masas ha ido intrínsicamente unida a las de la
psicología.
Las armas utilizadas serían las mismas
que la publicidad y la televisión usarían en el siglo siguiente: sexo y
violencia. Los instintos irracionales del individuo. Este patrón individual se
repite a nivel masivo, pudiendo programarse las mentes de colectividades
mediante una adecuada dosis de sexo y violencia, que nublan la conciencia de la
persona.

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