MK-
ULTRA: HACIA LA MUERTE
Los
experimentos orientados hacia la modificación del comportamiento, o lavado de
cerebro, se iniciaron antes de 1939. Más tarde fueron perfeccionados con la
ayuda de sicotrópicos tales como algunos derivados de la ergotamina. Después de la
Guerra las investigaciones se aceleraron culminando en el proyecto MK-ULTRA realizado cerca de Palo Alto. Pero los
principios del método no son nuevos. Los ejercicios
espirituales de los jesuitas corresponden
al mismo tiempo de modificación del comportamiento. Algunos autores han llegado
a manifestar que el propio Marx sufrió un lavado de cerebro con la
mismas técnicas mientras estudiaba en Berlín.
«Lo malo es que, en última
instancia, algunos a veces ya no saben para quién están trabajando realmente».
La libertad mental es la más íntima
que nos queda y también esa nos la pueden controlar con excesiva facilidad.
Este reportaje es a la vez una denuncia y un aviso. Ni Pershing, ni neutrones,
ni guerra bacteriológica: la guerra mental es la más limpia y anónima aún y ya
actúa entre nosotros.
EL PROTOCOLO DE LA MUERTE PROGRAMADA
TESTIMONIO:
14 de noviembre de 1978: Leo
J. Ryan, 53 años, 5 hijos, miembro demócrata de la Cámara de
Representantes, desembarca en Georgetown, capital de la Guayana, junto con sus
ayudantes, varios periodistas y unos abogados de la secta de los templarios del
pueblo. El número dos de la embajada norteamericana, Richard Dwyer, los acompaña a Jonestown. Allí mantienen una
entrevista con Jim Jones.
Los testimonios acusadores que recogen son abrumadores y una veintena de fieles
se acogen a la protección de Ryan y le piden ser repatriados a Estados Unidos.
El sábado 18 de noviembre, el grupo abandona Jonestown y acude al aeropuerto de Port Kaituma,
donde les esperan unos aviones. Repentinamente se produjo el ataque saltan unos
hombres que abren fuego, matando a cinco personas entre las que se cuenta Leo Ryan, e hiriendo a otras
diez. Dos días más tarde 900 cadáveres conforman el terrorífico broche final de
un ensayo mental de la Inteligencia norteamericana.
·
TRAMPA DELIBERADA
Año y medio después, los hijos del diputado decidieron presentar una denuncia contra
el Gobierno norteamericano. De la instancia presentada ante la Corte del
Distrito Norte de California por su abogado, Marvin
E. Lewis, se deduce que el Departamento
de Estado estaba
perfectamente al corriente de las actividades oscuras de Jim Jones en el campo de experimentación de
Jonestown.
Retrocedamos al origen de los hechos: en agosto de 1977 la revista New West de San Francisco publica una
investigación de Marshall
Kilduff y Phil Tracy denunciando las prácticas de James Warren Jones,
para los amigos Jim Jones. Diez antiguos miembros de la secta contaban allí las
torturas, las extorsiones de fondos, las amenazas de muerte. El
lugarteniente-gobernador Mervyn-Dymally intenta obligar a los periodistas a
interrumpir su investigación, lo que contribuirá a su fracaso electoral en
noviembre de 1978.
PROYECTO DE SUICIDIO COLECTIVO
Más adelante, reemprende la investigación el San Francisco Examiner y revela
que varios centenares de adeptos han sido obligados a entregar sus bienes a
Jones. Deborah Berkeley logra escapar de Jonestown y narra a
unos reporteros de San
Francisco Chronicle las
condiciones de vida en la comunidad de la selva de la Guayana. Revela además,
por vez primera, la existencia de un proyecto
de suicidio colectivo.
Es entonces cuando interviene Leo
J. Ryan. En Washington pide
repetidas veces al Departamento de Estado informaciones sobre el People's Temple de la Guayana. Le responden que la colonia de Jonestown no ha sido objeto de ninguna
investigación, y que las altas esferas no disponen de ninguna noticia al
respecto.
Ryan decide actuar
entonces en el marco de la Cámara de Representantes. A petición propia, es
nombrado jefe de una,
«Misión del Gobierno de los Estados
Unidos encargada de investigar las alegaciones de malos tratos inflingidos a
ciudadanos norteamericanos en la colonia de Jonestown, en Guayana».
Misión
oficial, a cuyo título todos los servicios gubernamentales estaban obligados a
aportarle su ayuda, a transmitirle sus informaciones y a asegurarle su seguridad.
SENTENCIADO POR LA CIA
En la documentación aportada por los hijos de Ryan se acusa nominalmente a John Brushnel, que era entonces
adjunto a la subsecretaría de Estado para los Asuntos Interamericanos; a Richard McCoy, en aquella época
cónsul general de los Estados Unidos en Georgetown; y a John Burke, agente consular. De
Richard McCoy diría en su día Hoding
Carter, portavoz del Departamento de Estado, refiriéndose a los días de la
matanza, que «había desempeñado su tarea conforme a las más severas exigencias
profesionales y morales». De la denuncia de los hijos de Ryan se desprende que McCoy estaba informado de lo que estaba
sucediendo en el campo de Jim
Jones, y de que además del Departamento de Estado, también la CIA estaba perfectamente al corriente de
lo que hacía el People's Temple.
Uno
de sus agentes, Philip Blakley,
vivía en Jonestown, donde se había convertido en uno de los hombres de
confianza de Jim Jones, mientras que Richard Dwyer, el mismo que acogió a Ryan
y lo acompañó a Jonestown, era un agente de la central de inteligencia
norteamericana. En el documento judicial de Marvin
E. Lewis puede leerse
textualmente que la acusación de los hijos de Ryan se funda en,
«el hecho de que los agentes
citados trabajaban por cuenta del Departamento
de Estado y de la CIA con el fin de utilizar la colonia de
Jonestown como campo de
experimentación del control mentalen el marco de las investigaciones
emprendidas por la CIA en el programa MK-Ultra».
MK-ULTRA

El escándalo del control
mental estalló en los Estados
Unidos en 1975, tras el suicidio de Frank
Olson, quien dos años antes se había defenestrado desde el décimo piso de
un edificio de Manhattan, aparentemente a consecuencia de un ataque de locura.
Sorprendió en aquel entonces que el Consejo
General de la CIA declarara
que Olson había muerto «en acto de servicio». El
suicidado era químico al servicio del ejército y estaba participando en
investigaciones secretas sobre los efectos del LSD en el cerebro humano, para conocer el
modo de empleo de alucinógenos durante los interrogatorios.
https://www.bibliotecapleyades.net/vida_alien/alien_faber10.htm
MK- ULTRA: HACIA LA MUERTE

«Lo malo es que, en última
instancia, algunos a veces ya no saben para quién están trabajando realmente».
La libertad mental es la más íntima
que nos queda y también esa nos la pueden controlar con excesiva facilidad.
Este reportaje es a la vez una denuncia y un aviso. Ni Pershing, ni neutrones,
ni guerra bacteriológica: la guerra mental es la más limpia y anónima aún y ya
actúa entre nosotros.
EL PROTOCOLO DE LA MUERTE PROGRAMADA
TESTIMONIO:
14 de noviembre de 1978: Leo J. Ryan, 53 años, 5 hijos, miembro demócrata de la Cámara de Representantes, desembarca en Georgetown, capital de la Guayana, junto con sus ayudantes, varios periodistas y unos abogados de la secta de los templarios del pueblo. El número dos de la embajada norteamericana, Richard Dwyer, los acompaña a Jonestown. Allí mantienen una entrevista con Jim Jones. Los testimonios acusadores que recogen son abrumadores y una veintena de fieles se acogen a la protección de Ryan y le piden ser repatriados a Estados Unidos.
El sábado 18 de noviembre, el grupo abandona Jonestown y acude al aeropuerto de Port Kaituma, donde les esperan unos aviones. Repentinamente se produjo el ataque saltan unos hombres que abren fuego, matando a cinco personas entre las que se cuenta Leo Ryan, e hiriendo a otras diez. Dos días más tarde 900 cadáveres conforman el terrorífico broche final de un ensayo mental de la Inteligencia norteamericana.
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TRAMPA DELIBERADA
Año y medio después, los hijos del diputado decidieron presentar una denuncia contra el Gobierno norteamericano. De la instancia presentada ante la Corte del Distrito Norte de California por su abogado, Marvin E. Lewis, se deduce que el Departamento de Estado estaba perfectamente al corriente de las actividades oscuras de Jim Jones en el campo de experimentación de Jonestown.
Retrocedamos al origen de los hechos: en agosto de 1977 la revista New West de San Francisco publica una investigación de Marshall Kilduff y Phil Tracy denunciando las prácticas de James Warren Jones, para los amigos Jim Jones. Diez antiguos miembros de la secta contaban allí las torturas, las extorsiones de fondos, las amenazas de muerte. El lugarteniente-gobernador Mervyn-Dymally intenta obligar a los periodistas a interrumpir su investigación, lo que contribuirá a su fracaso electoral en noviembre de 1978.
PROYECTO DE SUICIDIO COLECTIVO
Más adelante, reemprende la investigación el San Francisco Examiner y revela que varios centenares de adeptos han sido obligados a entregar sus bienes a Jones. Deborah Berkeley logra escapar de Jonestown y narra a unos reporteros de San Francisco Chronicle las condiciones de vida en la comunidad de la selva de la Guayana. Revela además, por vez primera, la existencia de un proyecto de suicidio colectivo.
Es entonces cuando interviene Leo J. Ryan. En Washington pide repetidas veces al Departamento de Estado informaciones sobre el People's Temple de la Guayana. Le responden que la colonia de Jonestown no ha sido objeto de ninguna investigación, y que las altas esferas no disponen de ninguna noticia al respecto.
Ryan decide actuar entonces en el marco de la Cámara de Representantes. A petición propia, es nombrado jefe de una,
«Misión del Gobierno de los Estados
Unidos encargada de investigar las alegaciones de malos tratos inflingidos a
ciudadanos norteamericanos en la colonia de Jonestown, en Guayana».
Misión
oficial, a cuyo título todos los servicios gubernamentales estaban obligados a
aportarle su ayuda, a transmitirle sus informaciones y a asegurarle su seguridad.
SENTENCIADO POR LA CIA
En la documentación aportada por los hijos de Ryan se acusa nominalmente a John Brushnel, que era entonces adjunto a la subsecretaría de Estado para los Asuntos Interamericanos; a Richard McCoy, en aquella época cónsul general de los Estados Unidos en Georgetown; y a John Burke, agente consular. De Richard McCoy diría en su día Hoding Carter, portavoz del Departamento de Estado, refiriéndose a los días de la matanza, que «había desempeñado su tarea conforme a las más severas exigencias profesionales y morales». De la denuncia de los hijos de Ryan se desprende que McCoy estaba informado de lo que estaba sucediendo en el campo de Jim Jones, y de que además del Departamento de Estado, también la CIA estaba perfectamente al corriente de lo que hacía el People's Temple.
Uno
de sus agentes, Philip Blakley,
vivía en Jonestown, donde se había convertido en uno de los hombres de
confianza de Jim Jones, mientras que Richard Dwyer, el mismo que acogió a Ryan
y lo acompañó a Jonestown, era un agente de la central de inteligencia
norteamericana. En el documento judicial de Marvin
E. Lewis puede leerse
textualmente que la acusación de los hijos de Ryan se funda en,
«el hecho de que los agentes
citados trabajaban por cuenta del Departamento
de Estado y de la CIA con el fin de utilizar la colonia de
Jonestown como campo de
experimentación del control mentalen el marco de las investigaciones
emprendidas por la CIA en el programa MK-Ultra».
MK-ULTRA

El escándalo del control mental estalló en los Estados Unidos en 1975, tras el suicidio de Frank Olson, quien dos años antes se había defenestrado desde el décimo piso de un edificio de Manhattan, aparentemente a consecuencia de un ataque de locura. Sorprendió en aquel entonces que el Consejo General de la CIA declarara que Olson había muerto «en acto de servicio». El suicidado era químico al servicio del ejército y estaba participando en investigaciones secretas sobre los efectos del LSD en el cerebro humano, para conocer el modo de empleo de alucinógenos durante los interrogatorios.
https://www.bibliotecapleyades.net/vida_alien/alien_faber10.htm